Con el rayo de sol en la frente

Tengo que decirlo. Ayer me transformé en la mujer super-poderosa. Estaba llena de energía sobrenatural.

Me llevé al mundo por delante.
No habían semáforos, no habían cruces de pies, no habían peatones, no habían autos, no habían “tené’ un cigarro”. Y vale aclarar que no me choqué con nadie, ni nada, porque todo lo veía. Fue una marcha sin obstáculos hacia mi destino. Destino elegido esta vez.

Todo estaba conjugado en un presente perfecto.
Sincronizaba la música que me reverberaba por el cuerpo. Principalmente por las piernas-pies, manos-dedos y el pecho.

Sentía que mis ojos lanzaban rayos, o quizás que estaban estrellados, como en los dibujitos que les ponen tildes alrededor. Igual.
Fui una mujer super-poderosa de trazo japonés.

Mi ventaja sobrehumana era la de revivir la noche anterior a cada paso de mi larga caminata. Viajé en el pasado inmediato con los movimientos, las palabras y los abrires y cerrares de pestañas. Y mechones de pelos que molestaban pero seducían.

Tenía la impresión que todo el mundo me miraba, como si fuera una mujer super-poderosa que está en llamas. Que apacigua todas las bocinas y las transforma en zumbidos de mariposas.
Las mismas que me agolparon durante el amanecer de este mismo día. También les llamo tirabuzones porque son como cosquillas internas que te revuelven debajo de las costillas. Como descorchadores –uno no, varios-, giran en espiral, van y vienen, para adentro y hacia fuera, con varias presentaciones de colores y materiales. Les digo, son tirabuzones.

Me había olvidado lo que era tener este poder magnificante. Parecido al del magnate -sin pico palmípedo- pero más sencillo y sin arcas. Con una pecera basta. Te sentís ultra grande, intocable, incandescente.

Me había olvidado y no me quería acordar por aquello de la caída libre, pero en fin, son cosas que pasan y que uno no puede controlar.

Por ejemplo, Superman no puede dejar de ser un superhéroe porque convive con sus poderes. Y a la vez, no puede controlar el tema de la kriptonita.
Ahí voy. La kriptonita para mi eran estos fideos que tienen gusto a fruta roja, mejor dicho a manzana de Eva. Viene Lex y te incrusta entre los pulmones la piedra verde y brillante (ahora parece que inventaron este mineral color rojo que tiene un efecto lisérgico sobre el superhéroe... Uds. enfóquense en el asunto de la verde, la vieja y querida verde. La otra no viene al caso): ¿cómo hago para sacarla? Tengo miedo que se perpetúe esta sensación que solo se explica por su nombre. Tirabuzones.

Ya sé, la gente me miraba porque tenía pastas a mi alrededor, a cada parpadeo entre sesión de recuerdo y presente. Y si, probablemente detrás de mi tenía atada una estela fluorescente de pastas frescas… nada mal, verdad? Una estrella fugaz comestible y que además se puede condimentar. Genial!

Sigo. Floté, una vez más, las calles eran nubes.
Ni Castaneda puede venir a hablarme a mi de levitar y del huevo luminoso y de frenar la mente y etc. No no, ayer lo comprobé, frenar la mente ni ahí, dejarla fluir por el cauce que le dio placer. Incontrolable, lo juro.

Como un comic japonés –con la salvedad de lo que les voy a contar ahora- deambulé por la ciudad con la sonrisa maquillada en mi rostro 2D. Me pregunto quién podría ser mi diseñador... Y no me vengan con asuntos de la Creación y porquerías por el estilo… no es verdad todo lo que está escrito, ni lo que yo escribo, ni lo que puedan seguir escribiendo a este respecto. Ni ahí B. Weiss, P. Coelho, D. Goleman.
Esto es definitivamente un tema en el que solo yo puedo ahondar, de yo, de mi. Cierro y abro: de ti.
No se puede generalizar y punto. Cada uno lo vive de diversas maneras, en distintos momentos y en variados formatos. Los tirabuzones.

En fin, lo que les quería contar es que ayer fui un comic japonés con poderes avasallantes, una risa tatuada sobre mis labios, y un zapping constante de mi pasado inmediato.


Ayy, y ahora escucho los pajaritos, ayy que todo suena tan bien… Ayy, que salieron las florecillas, ayy que todo es lindo y rosadito.
Primavera accidentada esta. No estoy acostumbrada. En general jode, pero bueno, qué le voy a hacer.

Qué cosa rara esta de tener superpoderes fuera de control.
Esperá! Una visión, una visión. Cierro, abro, cierro, abro. Tu boca.